Si usted responde de manera afirmativa a alguna de estas cuestiones, puede que esté desarrollando un Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SSQM).
Ya en 1987 el Síndrome de Sensibilidades Químicas Múltiples, fue definido como un desorden adquirido caracterizado por síntomas recurrentes, referido en múltiples sistemas orgánicos, que ocurren en respuesta a una exposición demostrable a múltiples compuestos químicamente no relacionados, en dosis muy por debajo de aquellas que en la población general comienzan a tener efectos dañinos.
Esta enfermedad se desarrolla en personas con una predisposición genética.
Existen seis criterios que son aceptados por la mayoría de los investigadores:
Cuando un individuo sufre una exposición habitual a campos eléctricos o campos electromagnéticos, sus mecanismos de regulación biológica pueden verse alterados, y como si de una alergia se tratara, reaccionar ante los mismos de forma desproporcionada. Según la OMS, del 1 al 3 por ciento de la población muestra electrosensibilidad y sufre síntomas como cansancio, cefalea, mareos, vértigo, sudoración, irritación cutánea, picor, enrojecimiento de la piel, estrés, taquicardia, hormigueos, insomnio, fatiga, dolor muscular o cambios del estado de ánimo, ante la proximidad habitual a una fuente.
En las últimas décadas, coincidiendo con la omnipresencia de campos eléctricos y ondas electromagnéticas en todos los ambientes, se ha visto incrementado de forma considerable el número de personas que muestran electrosensibilidad, siendo común en personas que padecen de fibromialgia, encefalomielitis miálgica o sensibilidad química múltiple.